martes, 15 de septiembre de 2009
Centauro de seis ruedas
Marinero del asfalto, nómada capitalino, condenado buscar siempre a donde brilla más el sol, el autobusero atraviesa de sol a sombra ese reconocido laberinto de carreteras que conoce mejor de los surcos que le ha zanjado en la frente el eterno pleito con los que se le atraviesan en su camino.
Alguna vez soñó con ser cantante, pero su potente voz de barítono solo servir para decir “el vuelto de cinco mil’ o “atrás hay más campo, sigan moviéndose”. Aún así el sueño persiste y cuando Vicente Fernández saca otro éxito, entre vuelto y parada se lo aprende para más tarde cantárselo a alguna dama que pague sus viajes de forma diferente.
Muchos piensan que es un ser mítico, una especie de gárgola al volante que nunca sonríe, a pesar de ser inmensamente feliz con lo sencillo. Eterno católico eso sí, aunque el bus pase 42 veces por la misma Iglesia, 42 veces se persigna. Reza porque no le cobren la multa, porque el dinero que entregue sea exacto, porque el carro que chocó no apunte la placa y porque el marido de aquella no llegue.
Un día le haré una estatua y la exhibiré junto a esas vacas pictóricas que adornan ciertos lugares de la capital. La estatua será un simple ventana abierta con un brazo de Popeye haciendo una mala seña de aquí a la eternidad con una breve leyenda que dirá “me c@#!$% en su maire”…
3 comentarios:
Un muy lindo tributo a héroes desapercibidos y soñadores de closet. Gracias x un simpatico relato amore.
Me ha gustado mucho!
hola, estoy visitando nuevamente su blog, bendiciones.
mi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com
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