-La noche se irá escurriendo en un San José por la ventana-
Con escamas transparentes de dragón el aire de la noche dejará su huella húmeda.
Parece que el mundo de afuera se va derritiendo en lágrimas de colores
y que quedamos pocos a salvo detrás de nuestras peceras móviles,
que danzan lentas en medio de una cortina de agua.
¿Nos salvaremos o solo seremos naúfragos de la autopista?
-La noche se irá escurriendo en un San José por la ventana-
En un caleidoscopio de vidrios empañados se pierden las caras.
Dos, tres, cuatro luces verdes.
Aparecen rebaños de paraguas que pasan empujándose rumbo a la otra acera.
De lejos llega la música de los dedos inquietos del agua tamborileando los techos
de los carros, mientras por las plazoletas hay un buzo mendingando.
Su mano alzada llena de monedas es una pequeña fuente
por donde se escapa a chorros la esperanza.
-La noche se irá escurriendo en un San José por la ventana-
Me columpiaré entre los charcos, dejando sonrisas de mi infancia hundirse.
Saldré nadando contra los cárdumenes de gente que se pierden sin saber
porque, ni hacia donde.
Seguiré la ruta de las tempestades soportando la metralleta líquida el cielo.
Y frente a la puerta de mi casa me escurriré como un perro, para desaparecer con el agua
esas preoucupaciones de oficinan que te inundan el alma
como un pozo oscuro.
Con escamas transparentes de dragón el aire de la noche dejará su huella húmeda.
Parece que el mundo de afuera se va derritiendo en lágrimas de colores
y que quedamos pocos a salvo detrás de nuestras peceras móviles,
que danzan lentas en medio de una cortina de agua.
¿Nos salvaremos o solo seremos naúfragos de la autopista?
-La noche se irá escurriendo en un San José por la ventana-
En un caleidoscopio de vidrios empañados se pierden las caras.
Dos, tres, cuatro luces verdes.
Aparecen rebaños de paraguas que pasan empujándose rumbo a la otra acera.
De lejos llega la música de los dedos inquietos del agua tamborileando los techos
de los carros, mientras por las plazoletas hay un buzo mendingando.
Su mano alzada llena de monedas es una pequeña fuente
por donde se escapa a chorros la esperanza.
-La noche se irá escurriendo en un San José por la ventana-
Me columpiaré entre los charcos, dejando sonrisas de mi infancia hundirse.
Saldré nadando contra los cárdumenes de gente que se pierden sin saber
porque, ni hacia donde.
Seguiré la ruta de las tempestades soportando la metralleta líquida el cielo.
Y frente a la puerta de mi casa me escurriré como un perro, para desaparecer con el agua
esas preoucupaciones de oficinan que te inundan el alma
como un pozo oscuro.
1 comentario:
Qué sensación deliciosa traspasar esa puerta en donde te aguarda un espacio tan tuyo, que se pueden dejar atrás todos los oscuros momentos del día...
Triste cuando ese espacio es invadido por balas de esa metralleta de tempestades, inundándolo con sus propios pozos y entonces tenés que seguir columpiándote para esquivarlos, aún ahí adentro.
Linda foto... evocador texto.
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