La muerte lleva esmalte rojo y masca chicle con sabor a tutti frutti. Le gusta peinarse de colita y usar calentadores en las piernas. Como toda mujer en edad universitaria le gusta contonear su hoz con la misma coquetería con la que usa ese hechizo que guarda detrás de las pestañas.
Dicen (no me consta) que de la Calle de la Amargura al Pretil hay un camino de corazones rotos que ella misma ha sembrado. Que en todos los bares se le recuerda mucho, se le llora demasiado y se le ama tanates. Y que muy a su pesar, todavía existe una pared grafiteada por un ex-mal-enamorado que dice y advierte al incauto:
“no me pidas que te deje porque ya te habré olvidado”.
Si la ves, me la saludas. Dile que la ando buscando para agradecerle el parche en el ojo. Porque desde que la conocí, quedé tuerto para el amor y casi ciego para el olvido. Que ando por ahí de chat en chat, gastándome la vida sin podérmela twitear …
Así que si una vez te la encuentras por estos caminitos oscuros de la U, no dejes a tus hormonas aullar y corre por tu vida. Que la muerte con esmalte rojo sólo es una de esas tipas que solo te las quitas de encima si le entregas la billetera.. digo… la vida entera.
2 comentarios:
Yo tengo una pregunta y las que no nos movemos cerca de los territorios del pretil donde vamos dejando el camino de corazones
Qué foto más expresiva, qué bien que complementa el texto, qué... (qué pereza con el #autobombo jeje).
Lindo Plaguita, ahí cuando quiera y si se encuentra otra que lo inspire... déle camino!
Tita: nena su mercé anda regando corazones y veneno por todo lado! no ocupa pretil XD
Y bueno, prefiero eso de "ciegos para el olvido".. así la historia se le queda a uno entre los huesos y no se escurre por ahí.
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