Tengo tantas apariencias como dedos en la mano. No soy malo ni bueno, solo sé hacer bien el café. Paso el mayor tiempo comprimido entre el paréntesis de mis cejas, a escasos pies de la realidad, enterrado en mi imaginación.
Me gusta estar de pie, clavado como un ancla al suelo. Supongo que por miedo a que un día de estos me distraiga y salga volando sin darme cuenta. Prefiero mirar por una ventana que por la prótesis de la pantalla de un tele. Porque en vida real soy protagonista y no un simple espectador.
Tal vez me guste la Noche porque es un inmenso lunar que cubre las nalgas del cielo
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